HAITI: EMPUJE HACIA EL ABISMO
Por momentos y cuando los ocasos empujan un ambiente de ensoñación
anaranjado, creemos que nosotros los humanos nos dirigimos a
buen puerto, a un equilibrio de superación y progreso. Pero, pronto se acaban
los ocasos y se apresura la noche con tormentas. El caos se adueña de las
sombras, el puerto se pierde y navegamos a tientas. Y es que la historia se va
tejiendo con el caos, con la urdimbre del desequilibrio y la tragedia. En
especial en aquellos países que como Haití, son otros los que manejan las
sombras y la sangre. Primero fueron los
españoles, que sembraron la muerte con el contagio de enfermedades y la
instauración de la encomienda para el trabajo en las minas y plantaciones.
Luego fueron los franceses que convirtieron a toda la población en esclavos de
la corona y de los comerciantes terratenientes, quienes pasaron a ser los
propietarios de la población esclava. Santo Domingo como se llamaba Haití antes
de 1804, era el país con mayor cantidad de esclavos en todas las Antillas, con
las mejores plantaciones de azúcar, café y algodón. Era el territorio más
codiciado de la corona. Pero igual a lo que pasaba en todos nuestros países,
entre más riqueza, mayor la extracción, la explotación y la pobreza.
Una parte de la población apoyada en los postulados de
igualdad de la revolución francesa, 1789, inició una gran revolución a finales
del siglo XVIII que culminó en la liberación del país en 1804, convirtiéndose
el primer país del hemisferio occidental en lograr derrotar al imperio francés,
lograr la independencia, la liberación de los esclavos y la igualdad entre los
ciudadanos. Independencia y liberación de esclavos que no fue aceptada por
Napoleón, quien restaura la esclavitud en sus colonias. Solo se vino a
reconocer la liberación en el año de 1825, pero bajo una de las más onerosas y
repugnantes imposiciones de la historia. Bajo la amenaza de buques de guerra,
Haití tuvo que pagar a los propietarios de esclavos, la suma de lo que cada
esclavo dejaría de producirles durante su vida útil en las plantaciones. La
suma se tasó en 150 millones de francos de oro (Más de 40.000 millones de euros
en la actualidad)[1],
lo que representaba más del 300% de la renta nacional de Haití en ese momento,
o similar a tres años de producción nacional. Con los respectivos intereses, el
país debía cancelar en forma indefinida más del 15% de su producto interno
bruto. Este fue el costo que tuvo que pagar Haití por más de un siglo, 1825 –
1950, por haberse atrevido a ser un país libre. (En1915 la deuda fue retomada
por EU, quien invade el país para proteger sus intereses). Hoy en día y fruto de
semejante atrocidad, Haití es uno de los países más pobres del mundo. Más del
80% de su población es pobre y más del 50% vive en pobreza extrema, con menos
de un dólar diario. Aparte de la pobreza, le inocularon a su institucionalidad
como gran herencia europea, todo tipo de aberraciones que la mantienen en
constante inestabilidad, derrocamientos, golpes de estado y asesinatos de
mandatarios. El último ocurrido este mes de julio con la participación de
militares retirados de nuestra patria.
Qué ironía, pienso mientras contemplo un ocaso tranquilo,
recordar que fue precisamente Haití, de las manos de su presidente Petión, que
en 1816 le extendió el apoyo generoso a un Bolívar derrotado. Le brindó armas,
municiones, dinero, voluntarios y hasta imprenta y lo conmino a que liberara
nuestros territorios, pregonara los derechos humanos e instaurara la liberación
de esclavos. Le regaló para ello la famosa espada “libertadora de Haití”, con
la cual pudo liberar cinco naciones y expulsar otro de los imperios nefastos
para el hemisferio. Nos apoyaron en la liberación del territorio y de los
esclavos y nosotros les pagamos, apoyando mediante un grupo selecto de
exmilitares, el asesinato de su presidente, agravando de pasada el caos de su
inestabilidad política y social. Con
esos recuerdos, el ocaso que contemplaba pronto se extinguió.
Aníbal
12/7/21
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