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HAITI: EMPUJE HACIA EL ABISMO

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  Por momentos y cuando los ocasos empujan un ambiente de ensoñación anaranjado, creemos que nosotros los humanos nos dirigimos a buen puerto, a un equilibrio de superación y progreso. Pero, pronto se acaban los ocasos y se apresura la noche con tormentas. El caos se adueña de las sombras, el puerto se pierde y navegamos a tientas. Y es que la historia se va tejiendo con el caos, con la urdimbre del desequilibrio y la tragedia. En especial en aquellos países que como Haití, son otros los que manejan las sombras y la sangre.   Primero fueron los españoles, que sembraron la muerte con el contagio de enfermedades y la instauración de la encomienda para el trabajo en las minas y plantaciones. Luego fueron los franceses que convirtieron a toda la población en esclavos de la corona y de los comerciantes terratenientes, quienes pasaron a ser los propietarios de la población esclava. Santo Domingo como se llamaba Haití antes de 1804, era el país con mayor cantidad de esclavos en todas las An

Se nos olvida con frecuencia

  Se nos olvida con frecuencia   A pesar de la frescura de la rosa Se nos olvida con frecuencia El rojo dolor de los que sufren La mano agotada alrededor de una moneda La risa seca por el adiós de la inocencia   Llenos de olvido dejamos de lado A los que arrastran la miseria como un caparazón Y en sus pasos se acrecientan los caminos del aire                                                La fatiga En un costado la muerte y en el otro Una leve esperanza de ser reconocido De ser al menos mascota de cualquier dueño O parte añeja de aquél rosal cuidado   Llegamos a las cosas y se nos aferran los olvidos Nos da temor perder en ellos lo que si tenemos Y tiene más valor ese temor o esta bicoca Que la risa de ese niño entre carretas y cartones O la palabra húmeda de aquella juvenil pareja Que mendigan una respiración sobre las olas Un rosado atardecer para enterrar Lo que pudo ser su vida entre los hombres   Se nos olvida con frecuencia Qu

SOLO UNA HOJA: EL REALISMO MAGICO

  Salgo a comprar alimentos y las calles vacías me permiten dejar las historias y reflexionar ahora sobre la realidad, la economía. En este terreno la fantasía de lo absurdo, se esconde tras la cordura lógica de la institucionalidad. Se vuelve lógico y se institucionaliza, la pobreza, la muerte por hambre, la esclavitud del mercado y la riqueza infinita. Se acumula, se explota y se forman grandes cantidades de bocas hambrientas que se acallan con un poco de asistencia social, con migajas de los poderosos, que son adulados en su generosidad. Las políticas de pobreza propiciada por los organismos internacionales, es una muestra de ello: se prestan recursos para ayudar a los pobres, mientras se aceita el sistema que los vuelve miserables y enriquece a unos pocos. De qué vale seleccionarlos y darles un apoyo de subsistencia, si se acrecienta el hambre y la miseria? En Colombia a pesar de las ayudas, siguen muriendo más de 5.000 niños de hambre al año, existen 13.5 millones de pobres, mient

PANDEMIA SOCIAL

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  SOLO UNA HOJA PANDEMIA SOCIAL     Es de madrugada y los gatos se ovillan en su sueño de ratones que cazaban sus ancestros. Llueve y el rumor que me viene desde los ventanales me hace pensar que la lluvia es pasado, es el final de las goteras nube que se precipitan desde lo alto y solo se materializan cuando caen y se estrellan sobre los tejados de siempre. Es el tiempo me dije, siempre el tiempo que a su vez es movimiento. Si congelamos la lluvia perdemos su murmullo y eso puede estar pasando con la pandemia actual: se congela el tiempo entre las casas y la cuarentena apaga el murmullo de las fábricas y el capital. La crisis es por el tiempo que no fluye, por la pérdida de inmediatez que acelera los consumos y por el temor a la democracia de la muerte.   Casi siempre la muerte es sesgada y selectiva y es producto necesario del sistema. En el mundo muere 1 niño de hambre

Olimpo

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DERROTA

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  DERROTA Nos habían formado para la batalla. Desde la noche anterior se presentía el choque inevitable entre los dos  grandes imperios. Nosotros éramos más numerosos, pero ellos según se comentaba, estaban comandados por un joven emperador, que no había  perdido ninguna batalla. Yo llevaba mucho tiempo combatiendo y solo había recibido pequeñas heridas. Extrañaba los campos, los prados verdes y correr con mi familia desbocados por la pradera. Pero tendría que esperar a que se terminaran estas luchas suicidas. A veces me preguntaba si valía la pena tanta muerte en los campos, pero no estábamos en ese momento para cuestionar a nuestros líderes, deberíamos avanzar y arrollar al enemigo. Situados frente a frente, primero entraron en acción los arqueros y las llamas, luego nos dieron la orden y a todo galope desenfrenado, avanzamos contra las huestes contrarias. Los que iban a la cabeza, fueron recibidos con grandes lanzas y atravesados en el pecho caían moribundos a mi lado. Rompimos es